Las redes sociales están entrando en nuestras organizaciones como instrumentos de innovación, lo que las convierte en poderosas herramientas estratégicas.
Desgraciadamente, aunque su uso está a disposición de cualquier tipo de organización y aparentemente su aplicación es sencilla, lo más frecuente es que su implantación sea un fracaso.
Es difícil que un grupo de personas comparta de forma efectiva su conocimiento con el objetivo de mejorar procesos, tareas, productos o crear nuevas formas de vender o producir, pero sobre todo es difícil que éstas se lleven a cabo.